domingo 28, abril 2024
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El túnel y la censura: el oprobio franquista

(Reflexiones sobre el Túnel de Ernesto Sabato al cumplirse el 70 aniversario de su publicación).

Sin duda alguna, no hay dictadura buena, trátese de quien se trate y se utilice el tiempo estilo que se utilice. Hace relativamente pocos años en este paraíso del pura vida (¿hace treinta años?) existía una oficina de censura, quizá muchos no lo crean, que en este paraíso del importamadrismo se diera una censura. Pues si, la había y se involucraba con la televisión, películas, revistas y libros. La persecución era en esencia contra todo tipo de publicaciones que implicaran desnudos o palabras y frases eróticas,  lo que hacía importantísimo un mercado negro que generaba enormes ganancias a la sombre mojigata de la censura. Por supuesto que este tipo de “censura moralista”, pese a ser odiosa, es ligeramente más comprensible, aunque de ninguna manera aceptable en una sociedad desarrollada. Las salas de cine rojo, a las que acudí de jovencito, muy pocas veces y con la complicidad de un trabajador de mi padre, eran prohibidas y se efectuaban en antros oscuros, llenos de hombres maduros, muchos papás de amigos míos, comenzaban esas reproducciones en blanco y negro en formato de 16 mms, en salas oscuras para que nadie pudiera ver quien estaba ahí, a horas después de las diez de la noche. No se daban en el centro de Naranjo, mi pueblo de origen, sino en algunos distritos, porque era poco probable que apareciera la policía. Posiblemente muchos de estos señores, eran obligados por los curas a adoptar la posición obligatoria del misionero en su pobre vida sexual marital, entonces su asistencia a esas exhibiciones prohibidas era dar rienda suelta a sus ensueños. ¡Cómo ha cambiado el mundo en esta ínsula del pura vida!

Para no hacer tan largo lo que me propongo narrar, iré al grano. Si bien la censura actuaba en un papel de moralista o de doble moral quizá, buscaba que las mentes no se desviaran de los parámetros estipulados por la religión, es decir se trataba de un asunto de “decencia”, pero desde luego eso era solo parte de la jugarreta. Recuerdo en el año 1980 que me costó conseguir el libro “Oro” de un francés marroquí, donde contaba las peripecias de un expresidente nuestro, estuvo prohibido y lo conseguí en francés en ciudad de Panamá. Había censura y este era un libro censurado, como era censurado “el libro blanco” de nuestros comunistas sobre el gobierno de Luis Monge 82-86, el “libro rojo” de Mao Ze Dong etc. Este último lo compré en una librería de la avenida Insurgentes de Ciudad de México, el libro blanco me lo regaló un paciente comunista a la sazón.

Hay un trabajo muy interesante que se escribió hace pocos años sobre la censura de el Ulises de James Joyce, en los años 20-30 del siglo anterior, “the most dangerous book”, donde uno se queda espantado de la censura en los EEUU para detener la publicación de ese libro.
Ahora que se cumplen setenta años de la publicación de El Túnel de Ernesto Sabato, la editorial Seix Barral saca una edición conmemorativa, donde se incluye la prohibición sobre su publicación en la españa del régimen franquista, en franco contubernio con la conferencia episcopal española, aportando copias de facsímil sobre los no y los no, hasta que veinte años después fue publicada, y cómo Albert Camus en 1949 escribe a Sabato que le hubiera gustado ir a conversar con él a Buenos Aires, pero que por prohibición del gobierno argentino le era vedada su entrada oficial a ese país.

La trilogía de Ernesto Sabato (El Túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador), que de paso he leído al menos tres veces en mi vida, no contiene absolutamente nada que no sepa un muchacho de primer grado, nada, y muestra la realidad existencial, no la realidad rosa, no, la otra, la de todos los días. De El Túnel se puede decir que es la novela mejor escrita en Latinoamérica, mucho más impactante que el Proceso de Franz Kafka, que nos mueve a ver la realidad del mundo de todos los días, la misma que se vive en las páginas de sucesos de los diarios amarillistas, la realidad existencial del ser humano común y corriente. He leído el Túnel al menos siete veces en mi vida, y adquirí esta edición aniversario básicamente por sus comentarios tan bien documentados y que si Sabato hubiera sido español, nunca hubiéramos leído pues lo hubieran desaparecido en las mazmorras franquistas en aras de la moral (sic).
El libro, trata de las ideas trágicas de un pintor que termina matando a su amante, una mujer casada y la única que lo comprende desde la pintura, obsesionado por poseer su amor absolutamente y egoístamente. Lo que trata el libro lo leemos cada vez que repasamos en un periódico un femicidio, que se dan tan frecuentemente en Costa Rica, así que la diferencia fue que Sabato la describe en 1948.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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