domingo 5, mayo 2024
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La Desmother Corner. Al 2016

Los temas se desactualizan a cada rato. La “Desmother Corner” es la esquina entre avenidas 8 y 10 y calle 5, y “zona de influencia”, acá en la capital de la tropical, folclórica  y, sobre todo, feliz Tiquilandia.

Habíamos señalado sus rasgos definitorios, que le dan una propia identidad: meadas y sólidas también, escándalos, asaltos, bares, mataderos (claro, no hay que exagerar, no es solo eso). A 30 metros de la propia DC el mingitorio público sigue como el primero día, a cualquier hora del día, punto que al atravesarlo hay que parar la respiración, para no amargarse el día con el olor a amoniaco. Los mensajes comerciales son a todo volumen y a cada rato. Como lo hacía uno, ahora lo hacen varios. A don Vicente lo van a tronar con semejantes ruidos, pero se desahoga y venga con su propio altoparlante, en acto de denuncia pública, que de algo le vale. A veces se parquean vehículos en las aceras, pero en San José esto no sorprende. Los bares compiten en los ruidos. Se forman unas presas de espanto, sobre todo porque los buses de Cartago no caben. Los taxistas siguen parqueándose y engrosando las presas.

Pero hay cosas nuevas. Ya vi como un taxista se bajó de su cacharro, fue al frente a soltarla y regresó, plácidamente, como algo normal. También vi como otro despreciable, a las once de la mañana, se bajó el pantalón, se agachó y chao y ni vergüenza le dio, después de que lo mandé a “aquel lugar”, como dicen los italianos.

No hace mucho asaltaron, balearon y mataron a Aurora, una nica que le vendía a un chino chances y otros.

Los robos a casas y edificios no han cesado. Cuentan que hace poco vaciaron el almacén de un chino, que se estableció al frente de otro almacén de otro chino.

Pero lo que más me llama la atención es una nueva causa de presas. Resulta que los choferes de autobuses, con el mayor desparpajo, con el carro lleno de pasajeros, sencillamente se parquean frente a los negocios y compran, sin bajarse siquiera. Esto sucede a cualquier hora. A nadie le importa.

Cuando una vez le dije a un taxista que como podía ser tan puerco, me respondió que él se meaba donde le daba la gana y que (ojo) la acera era un bien público. Son bienes públicos, cierto, pero cosas como meadas y las otras sólidas, ningún empleado público las limpia. Sea, pitufos, que hay un derecho humano a soltarla en cualquier parte. Que ello es una contravención, eso es puro gofio. Que es cuestión de denunciar, eso es pura mota. Lo más grande es que en la terminal vale solo ¢200 el uso del WC.

Vivimos una escalada de chusmificación y de valeverguismo. Empero, sigamos tranquilos. Seamos felices.

(*) Mauro Murillo es Abogado

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